Una de las primeras cosas que pensamos cuando debemos hacer la maleta para irnos de viaje es la cámara de fotos, o en su defecto el uso de la cámara en el móvil. Lo que quiero decir que todos queremos hacernos un reportaje completo cuando nos vamos de viaje, tener las fotos como recuerdo del estupendo viaje que vamos a hacer.
Y bueno eso está bien, no tenemos una memoria prodigiosa y olvidamos muchas cosas, y aunque recordemos ciertas experiencias, somos incapaces de recordar todos y cada uno de los detalles, es por eso que nos gusta tener fotos de esos momentos importantes. Aunque hoy en día, más que tener las fotos para recuerdo personal, se usan para enseñarlas por redes sociales a todo el mundo y que todo el mundo vea lo fantástica que es nuestra vida, o en este caso, nuestro viaje.
Sea por el motivo que sea, pero es algo que siempre hacemos en los viajes. El problema es cuando dejamos de vivir la experiencia del viaje en sí, y nos dedicamos a estar completamente pendiente de las fotos que queremos hacer, ya que tenemos que fotografiar absolutamente todo.
Quizá se piense que esto no es para tanto, que se pueden hacer las dos cosas….esto yo no lo discuto. Pero no miento cuando digo que conozco mucha gente que cuando va de viaje solo le interesa hacerse fotos cada paso que da con todo, y sin darse cuenta, se está perdiendo por ejemplo la explicación del paraje natural, o la historia del monumento que está visitando.
Por eso recomiendo que, fotos por supuesto que sí se pueden y casi que se deben hacer, pero siempre equilibradamente. Si ves que son más las fotos que las experiencias que realmente estás viviendo, es muy mala señal. Un viaje se hace para conocer sitios nuevos, lugares, personas, culturas y creo que lo que mejor te puedes llevar de un viaje es la experiencia vivida, no una foto que luego quizá ni volverás a ver.